Hace ya casi cuatro meses que estamos aquí en Quito. Ahora estoy trabajando con uno de mis compañeros sobre un plan de emergencia. Trabajamos con la fundación Ecuasol para ver lo que se puede mejorar en lo que concierne la seguridad y las rutas de evacuación por ejemplo. Para esto, nos hemos reunido con varias personas ("alcalde" de La Roldós, señor Ramon Pinargote) que nos han ayudado bastante. La primera vez que fui a La Róldos fue como entrar a otro mundo totalmente distinto al que conocía. Nosotros, los voluntarios, tenemos la suerte de vivir en el centro y para llegar a este barrio, ubicado en el norte de Quito, tardamos más de una hora.
Es un barrio bastante pobre, con muchos perros en la calle y con carreteras agrietadas. Se dice que es peligroso, y cada vez que vamos con taxi, los taxistas nos preguntan varias veces si estamos seguros de la dirección. No es un barrio que visitan los turistas en general. Pero al mismo tiempo, hay mucha vida, muchas personas conversando en
la vereda, vendedores por todos lados y conductores de autobús gritando su lugar de destino antes de llegar a la parada. De día, hay un ambiente impetuoso, y me gusta mucho. Me parece más auténtico que algunos barrios ricos del centro, y más cerca de la realidad de la vida de muchos quiteños. La vista que tenemos desde la fundación sobre el valle y la Sierra también es maravillosa, y pienso que nunca me cansaré de este espectáculo. Es un mundo muy diferente al que conozco, pero cuando se sabe apreciar este barrio, tiene muchas cosas que ofrecer.